miércoles, 27 de febrero de 2013

mal de otros, consuelo de tontos


Mi vieja, un poco fatalista suele decirnos que a la gente no le gusta cuando una tiene éxito. Según ella, mientras mas engorde, la gente que me rodea se sentirá mas cómoda, entonces solo la gente que me quiere de verdad es la que no para de torturarme con lo de bajar de peso. Bueno, mi madre tiene muchas teorías nacidas en el seno del “piensa mal y acertarás” y también es capaz de desarrollar rebuscados argumentos con tal que me decida a cerrar el pico.
Hace poco, un amigo me desarrollo la teoría de la chica-lindita-pero-insegura que siempre busca para salir a la amiga mas hecha puta, de modo a no ser opacada y así mantenerse en su tronito de la mas picha del grupo.
Yo por ejemplo nunca fui la mas linda del grupo, mucho menos la mas cuerona, pero tampoco era la mas horrible. Siempre un termino medio, medio tibio argel. Mejores amigas diositas, si tuve. Pero desde chica. Entonces, formaba tipo dúos dinámicos en las que linda-boba era una especie de Pinki y yo Cerebro armando todos los planes macabros.
Nunca sentí que alguien me estaba usando para parecer mas linda aprovechando mi desventaja. Al contrario, mi egocentrismo hacia que a veces yo sienta que me estaba aprovechando de la belleza ajena con mis manipulaciones. Nunca tampoco busqué alguien mas vaira para parecer yo mas linda. La verdad, por mas que la mayor parte de mi vida me sentí pato feo, nunca me estresé en compararme, al menos no con amigas ni siquiera conocidas con quienes eventualmente compartía.
Se me hace difícil imaginar que la inseguridad de una persona genere en ella el deseo que la otra (según sus ojos) se mantenga fea, o gorda, o inculta. Mucho peor, me es casi imposible pensar que existen pseudo amigos que en el fondo no quieren tu bienestar solamente para sentirse mejor con ellos mismos.
A mi siempre me gustó ver a la gente mejorar, y no solamente en lo físico mejorar en cualquier aspecto, puede ser laboral, amorosa, lo que sea. Si es gente a la que quiero, no solo me gusta sino que inspira y dan ganas de mejorar yo, y eso no puede hacer mal.
Capaz soy medio boluda por confiar, pero que mal estamos si tu seguridad o felicidad depende de la “desgracia” ajena.

mala yunta


Mi mejor amiga y yo estábamos tranquilitas en la cocina de la casa de verano preparándonos unos tacos para cenar, cuando de repente entra su hermana (ultra flaca) y nos pide que le invitemos. Mi amiga amablemente le prepara la comidita y la muy desubicada de la hermana lanza un “Ay que rico! me advirtieron luego que no me junte con gorditas porque seguro termino rodando”. Las dos destinatarias de tan poco feliz comentario solo pudimos mirarle con cara de Y DESPUÉS?
Entonces, ademas de echar en cara cada vez que puedo a la hermana flaca de mi amiga de lo bruja que fue, me puse a pensar que quizá tiene un poquito que ver en nuestras figuras la gente con quien nos juntamos. Estas personas no necesariamente son también rellenas pero tienen esos hábitos que solamente perjudican.
Por ejemplo, con la misma amiga, una noche habíamos llegado del boliche y nos enteramos de una noticia muy triste, entonces en menos de 15 minutos nos comimos casi sin darnos cuenta UNA TORTA HELADA ENTERA. Cuchara tras cuchara lloramos preocupación y nos levantamos de la mesa con 3 kilos mas cada una. Adivinen quién nos pilló en plena escena? Si, la hermana.
Otro día, yo me había peleado con mi chico y fui a debatirlo con la misma amiga, qué hace ella? Va a la panadería (todo mientras escuchaba mi lamento), carga una bolsa gigante de panes felipitos, manteca y chocolatada y posteriormente me los ofrece como el mejor abrazo de confraternidad y empatía.
No solamente en los momentos difíciles se desarrollan estos patrones. Ooootra amiga, con motivo de celebrar una despedida prepara, ademas de todo el alcohol correspondiente, una mesa llena de quesos, jamones, dátiles, panes y todo lo que pueda llegar a combinar. No contenta, tenía guardaditos en su cocina dos paquetes enormes llenos de empanadas gourmet... “por si acaso”. Claro que liquidamos todo. Ayer nomas, en lo de un amigo, no contentos con tomar toda la cerveza del mundo comprada para la ocasión, completamos la noche vaciando restos de whisky y quien sabe que otros brebajes de la bodega familiar con tal de seguir la noche.
Ansiedad colectiva? Exceso de amor fraternal? Seré yo el problema? O será esta mala junta? No sé que puede ser, pero al menos sola no voy a explotar.

No te reconocí!


El otro finde en una reunión de amigos, cayó una chica a la que yo estaba segura no conocía. Entramos en confianza hablando de esos temas que unen a las mujeres del mundo (dietas, maquillajes, peluqueras, churros y cirugías) y así pasó la noche. Hasta que finalmente nos preguntamos a que nos dedicábamos cada una y por supuesto, la pregunta obligada de en qué colegio nos recibimos.
Resultó que la chica, ya era una nueva “amiga” en ese momento, se recibió en el mismo colegio que yo y solamente un año antes.
Era prácticamente imposible que yo no la conociera, y viceversa, no por nada en especial, sino que el colegio al que íbamos tenía un patio pequeño y eramos pocos y bueno, hablo por mi y mi grupito, eramos bastante chusmas también.
Fue muy raro porque realmente yo no me acordaba de ella, ni ella de mi. Y eso que yo me creo que era bien kilomberita en la época  Después de estar un buen rato intentando hacer memoria, ella me confiesa que estaba “muy cambiada” y ese “cambio” había sido se llevó con el 50 kilos!
Claro que no la iba a reconocer, era otro rostro prácticamente.
Saben que fue lo patético de la noche? Que no es que yo nomás no le reconocí a ella, fue bilateral el no reconocimiento. Seguramente porque de esos 50 que ella eliminó, vinieron a mi unos 30... al fin y al cabo yo también soy otra persona, solo que ella está a la mitad y yo el doble.